El incendio

Tendríamos que haber estado algo más que sordos y ciegos. Tendríamos
que haber perdido el sentido del tacto, y el olfato también para no haber
sentido las cosquillas del humo ese ratón arañando con las patas la garganta,
el mordisco que nos traía en la piel, como un disparo, el fuego
que habíamos montado entre la cocina y el baño.

Era cierto que yo no veía. Me besabas intermitentemente y en el vagón del
true love yo cerraba los ojos cada vez que lo hacías. Me besabas tanto y tan bien
que decidí dejarlos cerrados siempre para ver, nunca mejor dicho,
si invirtiendo el orden de los factores el producto seguía siendo el mismo.
Estaba sordo ya a esas alturas. Tus gemidos me habían traspasado el tímpano,
y se habían instalado de tal manera en mi cerebro
que habían cerrado la puerta con llave por dentro.

Lo tuyo venía de serie. Eras un manual de instrucciones del desastre.
Y yo un lector compulsivo, que no podía dejar a la mitad los libros.

Follamos hasta que se rompió la cama.
Bebimos hasta que nos quedamos sin líquido dentro.

Pero tendríamos que haber estado algo más que sordos y ciegos
para no darnos cuenta de que el ático estaba ardiendo y que debajo, en la calle,
las luces de la Gran Vía no brillaban más que la lucecita de uno de aquellos
ejercicios de nuestras clases de electrónica
comparadas con las sirenas de los coches de bomberos.

Encendiste un cigarrillo en la hoguera y saltamos al vacío de la mano.
Otra vez.

Comentarios

adictaacruzarenrojo ha dicho que…
Y esta noche, el fin del mundo.
Otra vez.
ferendus ha dicho que…
gran descubrimiento tu blog

te dejo algo mío:
http://www.flickr.com/photos/ferendus/4476230627/
Piña ha dicho que…
Me gusta :)

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